Estoy sentada en silencio en mi habitación y mi cabeza empieza a girar, sé que todavía falta para que termine el año -aunque no tanto- y todos comenzamos a hacer balances de lo que paso. Es un poco raro ese sentimiento de que se dejan cosas atrás. Pensar en quien era y como era allá por enero y darme cuenta que ya no reconozco a esa persona, muchas cosas pasaron que me hicieron cambiar y madurar.
Hace dos años perdí a una persona especial, un vínculo se rompió cuando se estaba reconstruyendo, y siento que yo también me perdí en ese momento. Las cosas no me generaban alegría, todo me daba lo mismo. Este año eso cambio, muchas veces pienso que se debe al cambio de carrera -encontrar que quiero ser en el futuro- pero también siento que mi corazón comenzó a sanar.
De este año no tengo nada malo para decir, solo malos tragos que me sirvieron para crecer, pero muchas cosas buenas...abrir este espacio es una de ellas, si bien genera cierto esfuerzo, es una responsabilidad que no veo como una carga. Generar nuevos vínculos, reforzar viejos vínculos y enmendar aquellos que estaban un poco rotos, me lleno el corazón este año.
No los aburro más, sólo encontré el momento justo donde mis pensamientos volaron y justo tenía la computadora prendida. Este año termina con alegría y lo quiero compartir con ustedes...
Lo último... no importa cuan fuerte te golpee la vida, Dios nunca te da más de lo que no podés soportar. Un día te vas a encontrar sonriendo y no vas a reconocer a la persona que fuiste, pero si te vas a quedar con todo lo que aprendiste de ella.
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